domingo, 30 de diciembre de 2012

Una gotita de ti

De todo aquel placer
que disfrutamos
apenas una gota,
una gotita de ti
se ha quedado
para siempre en mi.
Juguetea caprichosa
por mi cuerpo desnudo
lo recorre sin pudor,
se resbala por mis pechos
rodea sus areolas,
baja hasta el cuenco
de mi ombligo, rebosándolo,
se desliza por mi vientre,
se descuelga hasta mi sexo
inundándolo de ti.
De todo aquel placer
cómo olvidarme?
mientras quede en mi una gota,
esa gotita de ti.
                               
                                         Anais Robles

Poemario “ Travesía” editorial Escritura entre las Nubes, abril 2019

Reservados derechos de autora @anarobles
                             

             















lunes, 17 de diciembre de 2012

El cuento de las siete letras

                                                   
La letra A se subió al aire y corrió con él, invisible y hechicera, se metió por todas las rendijas y se enteró de todos sus escondites. Le gustaba ser A, porque por esa letra comenzaba el abecedario y  muchas palabras hermosas. Por A comenzaba árbol y ella quería  parecerse a él, tener sus  raíces profundamente hundidas en la tierra para nutrirse de ella y mantenerse bien firme, pero sin dejar nunca de mirar al cielo para poder rozar, con la punta de los dedos, todas las nubes que pasaran cerca.

La letra B, vio pasar a la A corriendo con el viento y como era un poquito calurosa, enseguida buscó a la brisa, le dio la mano y se fue a bailar con ella, a refrescarse en las tardes de verano, a sentarse en la orilla del mar, a pasear por la alameda, a jugar con los niños en el patio de recreo. Pero lo que más le gustaba a la letra B era bailar con la vida, celebrarla con alegría, en todo su esplendor. Bailar sola y también bailar acompañada.

La letra C, se sentía muy orgullosa porque era la letra por la que empezaba la palabra que a ella más le gustaba: cielo. Se sentaba durante largos días con sus respectivas noches a contemplar ensimismada el infinito cubierto de miles de estrellas, sus hermosos amaneceres y sus nostálgicas puestas de sol y se decía a si misma que no había ninguna letra tan afortunada como ella.

La letra L, era muy presumida, sólo quería salir cuando salía la luna llena y la envolvía con  su luz. Entonces la L se vestía con sus mejores galas y salían juntas al encuentro de la noche para iluminar las montañas, los valles, los ríos, el mar. A veces, la luna y la L le marcaban el rumbo a un barco a la deriva, otras le daban pistas a algún caminante despistado y, en ocasiones, le enviaban luz a los animalillos que se perdían  en el bosque para que encontraran de nuevo el camino.

La letra M, miraba algo burlona a todas las demás letras porque estaban en la orilla,  mientras ella navegaba con las olas del mar. Se sentía vigorosa, llena de fuerza como él. Subía, bajaba, iba y venía, jugaba con la blanca espuma que  hacían las olas cuando reventaban en la orilla. Pero lo que más le  gustaba a la letra M, era mirar el horizonte y perderse en la inmensidad del ancho mar, empapándose de su intenso azul.

La letra S, que era muy sibilina decía para sí : "Pero que tonterías piensan todas estas letras, cuánta importancia se dan, yo sí que soy importante: por mi letra empieza la palabra que da nombre al astro rey, el Sol. Sin mi él no podría brillar, no tendría ni siquiera su nombre". La letra S quería sentir que como él, ella era una reina, empoderada, luminosa y que de cuando en cuando, a su capricho, regalaría al resto de las letras un rayo verde, cuando su Sol bajara y tocase el mar.

A todas estas, una Z despistada que andaba por allí se acercó a todas las demás zigzagueando y les dijo:
- "¿Saben por qué a mi no me importa ser la última letra del abecedario? "
- "¿Por qué?" contestaron a coro las otras, intrigadas y expectantes.,
- Porque soy muy zalamera y puedo convencer a cualquiera de ustedes para ser la que yo quiera:
Ser la primera del abecedario y cabalgar con el aire,
ser la que baile con la brisa,
la que se cuelgue como una estrella en el cielo,
ó navegue en la inmensidad del mar,
la que se pasea de la mano de la luna y brilla con ella,
ó la que reine con el sol.
- Porque con mi zalamería consigo siempre lo que quiero. Y se alejó riendo, dando grandes zancadas.

                                                                                                        Anais Robles
                          

martes, 11 de diciembre de 2012

Hoy

Hoy, sin ti,
una fina tristeza
me acompaña.
Una tristeza limpia,
húmeda,
delgada,
hueca,
intensa,
desalmada...
.................
( fragmento)
                      Anais Robles

Poemario TRAVESÍA editorial Escritura entre las Nubes

Reservados derechos de autor @anarobles