A la niña de la cebolla
no le gustaba jugar con muñecas,
prefería los juguetes
de los niños de su barrio.
La niña de la cebolla
apenas sonreía,
apenas sonreía,
miraba el mar triste,
observaba el mundo curiosa.
A la niña de la cebolla
nadie le leía cuentos
antes de dormirse,
se los contaban sus sueños.
La niña de la cebolla
iba sola camino de la escuela,
imaginando mil y una aventuras
en las que ella era protagonista.
A la niña de la cebolla
nadie le leía cuentos
antes de dormirse,
se los contaban sus sueños.
La niña de la cebolla
iba sola camino de la escuela,
imaginando mil y una aventuras
en las que ella era protagonista.
Imaginando que ese mar,
lleno de azules,
le traería algún día la alegría.