Una gaviota muestra arrogante su vuelo por encima del bello espectáculo, sube y baja, viene y va, dejándose llevar por las corrientes de aire del atardecer.
Huele a salitre y a algas. El sol comienza a descender para sumergirse en el mar.
Espero impaciente el momento del encuentro entre ambos, el momento único e irrepetible de esta nueva puesta de sol. Lo espero esta vez sola y recuerdo otras contigo, entre miradas y caricias, besos y promesas, iluminadas por los últimos rayos que el sol nos regalaba, iluminadas por nuestro amor.
Majestuoso y arrogante, un día más el sol se esconde con la promesa de volver de nuevo con las luces del alba. El mar lo espera impaciente y ambos se unen en un intenso abrazo.
Majestuoso y arrogante, un día más el sol se esconde con la promesa de volver de nuevo con las luces del alba. El mar lo espera impaciente y ambos se unen en un intenso abrazo.
Y tu te has ido esta vez con él, sin la promesa de volver de nuevo un día, sin el intenso abrazo.
Y yo, no sé por cuánto tiempo, te espero con impaciencia.
Anais Robles
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