jueves, 4 de agosto de 2011

Blues del funeral

Paren todos los relojes,
corten el teléfono,
eviten que el perro ladre,
silencien los pianos
y con un sonido suave entren el ataúd,
cierren las puertas,
impidan que vuelen los aviones.
Ha muerto.
Coloquen crespones,
callen a los niños,
desaparezcan las flores,
vacíen el océano,
y limpien el fondo;
pensé que el amor duraría para siempre:
me equivoque.
Era mi norte, mi sur, mi este y mi oeste,
mi semana de trabajo
y mi domingo de descanso,
mi mediodía,
mi medianoche,
mi conversación,
mi canción;
ya no se necesitan las estrellas,
sáquenlas todas;
llévense la luna
y desmantelen el sol;
pues nada volverá a ser como antes.

                       W. H. Auden

                     

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