lunes, 12 de septiembre de 2011

El deseo

Alimentar el deseo,
sentir cómo vibra
en el aire,
cómo nos seduce,
cómo nos envuelve.

Jugar con él
como si se tratara
de una gran pelota
de colores
que flota,
sube, baja,
viene y va.

Inmensa, brillante,
deseable, caprichosa,
que, de cuándo en cuándo,
llega hasta nosotros
y nos deja rozarla, apenas,
con la punta de los dedos.
Se insinúa,
nos sorprende,
nos incita...

Inesperadamente
la alcanzamos,
la abrazamos
la retenemos,
derramándonos
por el  placer que nos invade
al alcanzar ese deseo,
ese sueño que vemos,
por fin, hecho realidad.

                                Anais Robles
Reservados derechos de autora @anarobles
                                


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