está solo, no tiene quien le escuche.
Y así, en su soledad,
se encuentra con sus versos,
los escucha como si nunca
los hubiese oído,
como si no le perteneciesen.
Los bancos están vacíos
los poemas están huecos.
Le muerde la desesperación,
le traiciona el juicio.
El delirio de una masa inexistente
produce un eco ensordecedor:
oye sus afilados gritos
hirientes como cuchillos
-no sabe que sólo él puede escucharlos-.
Le llaman loco, el poeta loco,
porque recita versos sin cesar
por las calles de la ciudad,
y está solo,
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