como cuando acudimos presurosas
a la llamada del amor,
dejándolo todo,
o eso creímos.
Nos pareció que iba a ser eterno
le dimos todo,
nos dimos por entero,
o eso nos dijimos.
Nada tiene que ver esta
con aquella primavera
que brotaba en una fiesta
dedicada a nuestros sentidos,
recreada para nosotras.
Nada que ver esta luna
con aquella que nos embrujaba
contemplando ensimismada
nuestras noches de pasión,
bajo cuyo reflejo nos respirábamos
haciendo el amor hasta el amanecer.
Nada que ver mi risa
que provocaba a la tuya
y la invitaba a danzar
en un mágico e invisible baile
del que sólo tú y yo participábamos.
Nada tienen que ver
nuestras despedidas emocionadas
que anhelaban el nuevo encuentro
acudiendo presurosas a su llamada.
Nada tiene ya que ver,
nada queda ya de ti,
nada queda ya de mi.
Nada.
Anais Robles
José Manuel Ballester
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