Este blog nace de la necesidad de encuentro para compartir la vida, para trascender la muerte, para comunicar nuestros temores, nuestros sueños, para acompañarte y acompañarme y en definitiva, hacer este viaje menos árido, más emocionante. Te animo a recorrerlo conmigo, a que te sientas, a sentirme. Te animo a desnudarte, a escucharme y escucharte, en definitiva, te animo a sentirte viva, vivo. Prohibida 🚫 su reproducción sin especificar autoría.Reservados todos los derechos.
martes, 8 de noviembre de 2011
A ti, amiga
A ti que me conoces,
que ves mis altibajos
y los sufres conmigo.
A ti que me soportas
en los momentos duros;
que lloras mis tristezas
incluso las predices
antes de que aparezcan;
que sientes mis fracasos,
que escuchas mis silencios,
que te alegras conmigo,
que acompañas mis pasos...
que ves mis altibajos
y los sufres conmigo.
A ti que me soportas
en los momentos duros;
que lloras mis tristezas
incluso las predices
antes de que aparezcan;
que sientes mis fracasos,
que escuchas mis silencios,
que te alegras conmigo,
que acompañas mis pasos...
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Me regalaste el universo
Sencillamente, amiga,
amorosa y delicadamente,
me regalaste el universo.
Y una mujer me mira
recostada en la luna,
me ofrece una rosa,
me ofrece su fuerza
consciente de ella.
A sus pies las estrellas
alumbrándola el sol:
sola, plena, feliz,
deliciosa, sutil.
Sencillamente, amiga,
me regalaste el universo
y la mujer que lo habita.
Anais Robles
Reservados derechos de autora @anarobles
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viernes, 21 de octubre de 2011
A modo de Haiku
Amaneció gris
amenazando lluvia
en mi corazón.
Anais Robles
Poemario “Travesía” editorial Escritura entre las Nubes, abril 2019
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viernes, 16 de septiembre de 2011
Disfrutándote....
Te pienso.
Imagino tu cuerpo
rendido al deseo,
invadido por el placer
del que se deja seducir
sin remedio...
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lunes, 12 de septiembre de 2011
Con un sólo propósito
Desnuda ante ti,
erguida, sin defensa,
con un sólo propósito,
un sólo fin me guía:
demostrarte mi amor.
Sin freno, sin reparos,
sin dimes, ni diretes,
sin nada a mi favor.
erguida, sin defensa,
con un sólo propósito,
un sólo fin me guía:
demostrarte mi amor.
Sin freno, sin reparos,
sin dimes, ni diretes,
sin nada a mi favor.
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El deseo
Alimentar el deseo,
sentir cómo vibra
en el aire,
cómo nos seduce,
cómo nos envuelve.
Jugar con él
como si se tratara
de una gran pelota
de colores
que flota,
sube, baja,
viene y va.
Inmensa, brillante,
sentir cómo vibra
en el aire,
cómo nos seduce,
cómo nos envuelve.
Jugar con él
como si se tratara
de una gran pelota
de colores
que flota,
sube, baja,
viene y va.
Inmensa, brillante,
deseable, caprichosa,
que, de cuándo en cuándo,
llega hasta nosotros
y nos deja rozarla, apenas,
con la punta de los dedos.
que, de cuándo en cuándo,
llega hasta nosotros
y nos deja rozarla, apenas,
con la punta de los dedos.
Se insinúa,
nos sorprende,
nos incita...
nos sorprende,
nos incita...
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jueves, 8 de septiembre de 2011
Hagan juego
¡Hagan juego, señoras, hagan juego!
El deseo,
la pasión,
la comodidad
la seguridad
el amor
el tedio,
todo está sobre la mesa.
Hagan juego, señoras, hagan juego!
Vivir la vida, o adormecerse
en un largo letargo,
¡ahora es el momento!
....................................
(fragmento)
Anais Robles
Poemario “Travesía” editorial Escritura entre las Nubes, abril 2019
El deseo,
la pasión,
la comodidad
la seguridad
el amor
el tedio,
todo está sobre la mesa.
Hagan juego, señoras, hagan juego!
Vivir la vida, o adormecerse
en un largo letargo,
¡ahora es el momento!
....................................
(fragmento)
Anais Robles
Poemario “Travesía” editorial Escritura entre las Nubes, abril 2019
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lunes, 5 de septiembre de 2011
Cigüeñas
A finales de agosto, todavía no se han ido las cigüeñas, siguen ahí, en las torres más altas. Han preparado sus nidos con esmero, como si fueran a quedarse para siempre.
Y sin embargo, antes de la llegada del otoño, se irán buscando la calidez del trópico sin que nada pueda detenerlas.
Algunas, las más rezagadas, esperarán la llegada de los primeros fríos, las primeras heladas, después también se irán, emprenderán su vuelo siguiendo la ruta marcada, año tras año, desde el alba de su existencia.
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Puedo escribir los versos
Puedo escribir los versos,
no sé si los más tristes este día,
quizás no los más tristes,
pero tristes al fin y al cabo.
Porque él me quiso
y, a veces, también le quise.
.......................................
(fragmento)
Poemario “Travesía” editorial Escritura entre las Nubes, abril 2019
no sé si los más tristes este día,
quizás no los más tristes,
pero tristes al fin y al cabo.
Porque él me quiso
y, a veces, también le quise.
.......................................
(fragmento)
Poemario “Travesía” editorial Escritura entre las Nubes, abril 2019
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Haiku de otoño
Vuelan las hojas
deambulan por el parque
susurran cosas.
Anais Robles
Reservados derechos de autora @anarobles
sábado, 27 de agosto de 2011
Raíces
Por muy lejos que nos vayamos
siempre llevamos en el corazón
nuestras raíces.
Son ellas las que nos devuelven
a nuestra más pura esencia,
las que nos recuerdan
nuestra más íntima
y verdadera historia,
las que penetran en el ser
más profundo que nos habita
para arrojarnos al futuro
con dientes y garras,
con esperanza y libertad.
Anais Robles
Reservados derechos de autora @anarobles
siempre llevamos en el corazón
nuestras raíces.
Son ellas las que nos devuelven
a nuestra más pura esencia,
las que nos recuerdan
nuestra más íntima
y verdadera historia,
las que penetran en el ser
más profundo que nos habita
para arrojarnos al futuro
con dientes y garras,
con esperanza y libertad.
Anais Robles
Reservados derechos de autora @anarobles
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lunes, 15 de agosto de 2011
Y Tú
Te desdibujas
como el humo
y se te pierde
el rumbo.
Te escurres
como el agua
entre mis dedos.
Te alejas
con el viento,
tan suave
como la fresca brisa.
Yo intento
respirarte
sentirte
amarte.
como el humo
y se te pierde
el rumbo.
Te escurres
como el agua
entre mis dedos.
Te alejas
con el viento,
tan suave
como la fresca brisa.
Yo intento
respirarte
sentirte
amarte.
Apenas un instante.
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Abril
El cielo de abril
la luz de abril
el aire de abril
la luna de abril
el amor de abril.
Un amor recién nacido
que brota sin permiso,
sin prisa, sin miedo,
sin pausa, sin remedio.
Llega como un murmullo
como música clara
rebosante de vida,
regalando pasión.
Un amor que resurge,
que nos llega, nos alcanza,
nos envuelve, nos arrastra
en su dulce vaivén.
Un amor que revienta,
que nos late, nos despierta
y es tan fuerte su latir
que, apenas nos deja oír
otros latidos, otros murmullos,
otros susurros, otras voces.
Abril, mágico, maravilloso
amor de Abril.
Anais Robles
Poemario “Travesía” editorial Escritura entre las Nubes, abril 2019
la luz de abril
el aire de abril
la luna de abril
el amor de abril.
Un amor recién nacido
que brota sin permiso,
sin prisa, sin miedo,
sin pausa, sin remedio.
Llega como un murmullo
como música clara
rebosante de vida,
regalando pasión.
Un amor que resurge,
que nos llega, nos alcanza,
nos envuelve, nos arrastra
en su dulce vaivén.
Un amor que revienta,
que nos late, nos despierta
y es tan fuerte su latir
que, apenas nos deja oír
otros latidos, otros murmullos,
otros susurros, otras voces.
Abril, mágico, maravilloso
amor de Abril.
Anais Robles
Poemario “Travesía” editorial Escritura entre las Nubes, abril 2019
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Recuerdos de Infancia
Tenía los ojos tristes el día que la conocí. Esperaba su nuevo hijo con alegría, con ganas de poder ofrecerle todo su amor, sin embargo, se vislumbraba en ellos una inmensa tristeza.
No me atreví a preguntarte el motivo, me quede observándola mientras se levantaba a servir el café. Pensé que debía de ser muy joven, aunque en su rostro se veían las huellas del sufrimiento lo que le hacía parecer algo mayor.
........Se sentó a mi lado y comenzó a contarme su historia.
( fragmento)
Anais Robles
Relato completo publicado en el libro Nubes de relatos de la editorial Escritura entre las Nubes, Diciembre 2018.
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jueves, 4 de agosto de 2011
Blues del funeral
Paren todos los relojes,
corten el teléfono,
eviten que el perro ladre,
silencien los pianos
y con un sonido suave entren el ataúd,
cierren las puertas,
impidan que vuelen los aviones.
Ha muerto.
Coloquen crespones,
callen a los niños,
desaparezcan las flores,
vacíen el océano,
y limpien el fondo;
pensé que el amor duraría para siempre:
me equivoque.
Era mi norte, mi sur, mi este y mi oeste,
mi semana de trabajo
y mi domingo de descanso,
mi mediodía,
mi medianoche,
mi conversación,
mi canción;
ya no se necesitan las estrellas,
sáquenlas todas;
llévense la luna
y desmantelen el sol;
pues nada volverá a ser como antes.
W. H. Auden
corten el teléfono,
eviten que el perro ladre,
silencien los pianos
y con un sonido suave entren el ataúd,
cierren las puertas,
impidan que vuelen los aviones.
Ha muerto.
Coloquen crespones,
callen a los niños,
desaparezcan las flores,
vacíen el océano,
y limpien el fondo;
pensé que el amor duraría para siempre:
me equivoque.
Era mi norte, mi sur, mi este y mi oeste,
mi semana de trabajo
y mi domingo de descanso,
mi mediodía,
mi medianoche,
mi conversación,
mi canción;
ya no se necesitan las estrellas,
sáquenlas todas;
llévense la luna
y desmantelen el sol;
pues nada volverá a ser como antes.
W. H. Auden
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W.H. Auden
Te miro como miro a la luna.
Te miro como miro a la luna
y cómo ella,
iluminas mi camino,
con tu luz renuevas mi vida
la tornas mágica, prodigiosa.
Te miro como miro a la luna
y siguiendo la estela que brilla
en tu mar, mis pasos son
más seguros, más firmes.
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jueves, 14 de julio de 2011
Cronica de una muerte sin anunciar
A mi padre
Calle de Santa Cruz,
vieja calleja soleada,
rezuman de tus piedras
húmedos los recuerdos,
cuelgan de sus balcones,
duermen en los tejados
de tus antiguas casas,
corren por tu pendiente
Cuesta de Castañón.
Juegan entretenidos,
bulliciosos, los niños
entre el murmullo claro
del agua de la fuente;
tú juegas entre ellos
feliz, desprevenido,
sin saber que la muerte
acecha agazapada, feroz
tras una esquina
de esa tu amable plaza.
........................................
( fragmento )
Anais Robles
Poemario “Travesía” editorial Escritura entre las Nubes, abril 2019
Calle de Santa Cruz,
vieja calleja soleada,
rezuman de tus piedras
húmedos los recuerdos,
cuelgan de sus balcones,
duermen en los tejados
de tus antiguas casas,
corren por tu pendiente
Cuesta de Castañón.
Juegan entretenidos,
bulliciosos, los niños
entre el murmullo claro
del agua de la fuente;
tú juegas entre ellos
feliz, desprevenido,
sin saber que la muerte
acecha agazapada, feroz
tras una esquina
de esa tu amable plaza.
........................................
( fragmento )
Anais Robles
Poemario “Travesía” editorial Escritura entre las Nubes, abril 2019
domingo, 10 de julio de 2011
Ciento once días sin ti
Un año contigo,
ciento once días sin ti.
Aquel intenso año
nos absorbió,
se lo llevó todo,
se nos agotó en nada,
nos devolvió a ella.
.................................
( fragmento)
Anais Robles
Poemario “Travesía” editorial Escritura entre las Nubes, abril 2019
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A veces
A veces me pregunto
cómo serán tus sueños
ahora que te has ido.
Los míos se parecen
a un film en blanco y negro,
los colores en fuga,
abstractos, desabridos.
Pero de pronto, a veces,
apareces tú en ellos,
te acercas, te vislumbro
como te vislumbré aquel día
de un noviembre tardío
de vividos colores
y el mar como testigo.
A veces me pregunto
si es real tu ausencia
o será sólo un sueño
-es tan frágil la línea
que nos separa de ellos-.
Te pienso, dudo,
me decido:
te busco por mis sueños
y me quedo contigo.
Anais Robles
Reservados derechos de autora @anarobles

cómo serán tus sueños
ahora que te has ido.
Los míos se parecen
a un film en blanco y negro,
los colores en fuga,
abstractos, desabridos.
Pero de pronto, a veces,
apareces tú en ellos,
te acercas, te vislumbro
como te vislumbré aquel día
de un noviembre tardío
de vividos colores
y el mar como testigo.
A veces me pregunto
si es real tu ausencia
o será sólo un sueño
-es tan frágil la línea
que nos separa de ellos-.
Te pienso, dudo,
me decido:
te busco por mis sueños
y me quedo contigo.
Anais Robles
Reservados derechos de autora @anarobles

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Tu mirada
Mirada evocadora,
mirada penetrante,
ingenua, sutil mirada.
Mirada que escudriña,
mirada que predice,
dulce, clara mirada.
mirada penetrante,
ingenua, sutil mirada.
Mirada que escudriña,
mirada que predice,
dulce, clara mirada.
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sábado, 2 de julio de 2011
Puesta de sol
Contemplo el mar que se extiende en el horizonte, oigo el batir de las olas contra las rocas que parecen no inmutarse ante su fuerza. Su espuma las rodea y acaricia.
Una gaviota muestra arrogante su vuelo por encima del bello espectáculo, sube y baja, viene y va, dejándose llevar por las corrientes de aire del atardecer.
Y tu te has ido esta vez con él, sin la promesa de volver de nuevo un día, sin el intenso abrazo.
Y yo, no sé por cuánto tiempo, te espero con impaciencia.
Anais Robles
Una gaviota muestra arrogante su vuelo por encima del bello espectáculo, sube y baja, viene y va, dejándose llevar por las corrientes de aire del atardecer.
Huele a salitre y a algas. El sol comienza a descender para sumergirse en el mar.
Espero impaciente el momento del encuentro entre ambos, el momento único e irrepetible de esta nueva puesta de sol. Lo espero esta vez sola y recuerdo otras contigo, entre miradas y caricias, besos y promesas, iluminadas por los últimos rayos que el sol nos regalaba, iluminadas por nuestro amor.
Majestuoso y arrogante, un día más el sol se esconde con la promesa de volver de nuevo con las luces del alba. El mar lo espera impaciente y ambos se unen en un intenso abrazo.
Majestuoso y arrogante, un día más el sol se esconde con la promesa de volver de nuevo con las luces del alba. El mar lo espera impaciente y ambos se unen en un intenso abrazo.
Y tu te has ido esta vez con él, sin la promesa de volver de nuevo un día, sin el intenso abrazo.
Y yo, no sé por cuánto tiempo, te espero con impaciencia.
Anais Robles
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Cuento
Un pescador va todas las noches hasta la playa para tirar su red. Sabe que cuando el sol sale los peces vienen a la playa para comer almejas, por eso coloca siempre su red antes de que amanezca. Tiene su casa en la playa y baja bien entrada la noche con su red al hombro. Con los pies descalzos y la red medio desplegada entra en el agua.
Esta noche de la cual habla el cuento, cuando está entrando siente que su pie golpea contra algo muy duro en el fondo. Toquetea y ve que es algo muy duro, como unas piedras envueltas en una bolsa. Le da bronca y piensa: " quién es el tarado que tira estas cosas en la playa". Y corrige "en mi playa". "Y encima yo soy tan distraído que cada vez que entre me las voy a llevar por delante..." Así que deja de tender la red, se agacha, agarra la bolsa y la saca del agua. La deja en la orilla y se mete con la red dentro del agua.
Está todo muy oscuro y quizás por eso, cuando vuelve otra vez, se lleva por delante la bolsa con las piedras, ahora en playa. Y piensa "soy un tarado". Así que saca su cuchillo y abre la bolsa y tantea. Hay unas cuantas piedras del tamaño de pequeños pomelos muy pesados y redondeados.
El pescador vuelve a pensar, "quién será el idiota que embolsó las piedras para tirarlas al agua"
Instintivamente toma una, la sopesa en sus manos y la lanza al mar. Unos segundos más tarde siente el ruido de la piedra que se hunde a lo lejos. ¡Plup!. Entonces mete la mano otra vez y tira otra piedra...¡Plup!. Y tira esta para el otro lado, ¡Plaf! Y luego lanza dos a la vez, ¡Plup-Plaf!...
Y se entretiene escuchando los diferentes sonidos, calculando el tiempo y probando de a dos, de a una, a ojos cerrados, de a tres...tira y tira las piedras al mar.
Hasta que el sol empieza a salir... El pescador palpa y toca una sola piedra adentro de la bolsa. Entonces se prepara para lanzarla más lejos que las demás, porque ya es la última, porque el sol ya sale.
Y cuando estira el brazo hacia atrás para lanzarla, el sol empieza a alumbrar y él ve que en la piedra hay un brillo dorado y metálico que le llama la atención.
El pescador detiene el impulso de arrojarla al mar y la mira. La piedra refleja el sol entre el moho que la recubre. El hombre la frota como si fuera una manzana, contra su ropa y la piedra brilla más todavía. Asombrado la toca y se da cuenta de que es metálica. la frota con su camisa, con la arena y se da cuenta por fin de que la piedra es de oro puro...Una piedra de oro macizo del tamaño de un pomelo. Y su alegría se borra cuando se da cuenta de que esta piedra es igual a las otras que él tiró. Piensa que tuvo entre sus manos un tesoro y lo fue tirando poco a poco al mar, fascinado por el sonido de las piedras al caer en el agua. Y comienza a lamentarse y a llorar amargamente...
Y piensa "y si entrara y consiguiera un traje de buzo y fuera por abajo del mar, si fuera de día, si trajera un equipo de buzos para buscarlas..."
El sol termina de salir y entonces se da cuenta de que todavía tiene la piedra, se da cuenta de que si el sol hubiese tardado un minuto más en salir, él podría haber tirado también esa piedra, de que podría no haberse dado cuenta nunca del tesoro que tiene entre las manos. Se da cuenta de que ese tesoro es en sí mismo una fortuna enorme para un pescador como él. Y se da cuenta de la suerte que significa poder tener el tesoro que todavía tiene.
Esta noche de la cual habla el cuento, cuando está entrando siente que su pie golpea contra algo muy duro en el fondo. Toquetea y ve que es algo muy duro, como unas piedras envueltas en una bolsa. Le da bronca y piensa: " quién es el tarado que tira estas cosas en la playa". Y corrige "en mi playa". "Y encima yo soy tan distraído que cada vez que entre me las voy a llevar por delante..." Así que deja de tender la red, se agacha, agarra la bolsa y la saca del agua. La deja en la orilla y se mete con la red dentro del agua.
Está todo muy oscuro y quizás por eso, cuando vuelve otra vez, se lleva por delante la bolsa con las piedras, ahora en playa. Y piensa "soy un tarado". Así que saca su cuchillo y abre la bolsa y tantea. Hay unas cuantas piedras del tamaño de pequeños pomelos muy pesados y redondeados.
El pescador vuelve a pensar, "quién será el idiota que embolsó las piedras para tirarlas al agua"
Instintivamente toma una, la sopesa en sus manos y la lanza al mar. Unos segundos más tarde siente el ruido de la piedra que se hunde a lo lejos. ¡Plup!. Entonces mete la mano otra vez y tira otra piedra...¡Plup!. Y tira esta para el otro lado, ¡Plaf! Y luego lanza dos a la vez, ¡Plup-Plaf!...
Y se entretiene escuchando los diferentes sonidos, calculando el tiempo y probando de a dos, de a una, a ojos cerrados, de a tres...tira y tira las piedras al mar.
Hasta que el sol empieza a salir... El pescador palpa y toca una sola piedra adentro de la bolsa. Entonces se prepara para lanzarla más lejos que las demás, porque ya es la última, porque el sol ya sale.
Y cuando estira el brazo hacia atrás para lanzarla, el sol empieza a alumbrar y él ve que en la piedra hay un brillo dorado y metálico que le llama la atención.
El pescador detiene el impulso de arrojarla al mar y la mira. La piedra refleja el sol entre el moho que la recubre. El hombre la frota como si fuera una manzana, contra su ropa y la piedra brilla más todavía. Asombrado la toca y se da cuenta de que es metálica. la frota con su camisa, con la arena y se da cuenta por fin de que la piedra es de oro puro...Una piedra de oro macizo del tamaño de un pomelo. Y su alegría se borra cuando se da cuenta de que esta piedra es igual a las otras que él tiró. Piensa que tuvo entre sus manos un tesoro y lo fue tirando poco a poco al mar, fascinado por el sonido de las piedras al caer en el agua. Y comienza a lamentarse y a llorar amargamente...
Y piensa "y si entrara y consiguiera un traje de buzo y fuera por abajo del mar, si fuera de día, si trajera un equipo de buzos para buscarlas..."
El sol termina de salir y entonces se da cuenta de que todavía tiene la piedra, se da cuenta de que si el sol hubiese tardado un minuto más en salir, él podría haber tirado también esa piedra, de que podría no haberse dado cuenta nunca del tesoro que tiene entre las manos. Se da cuenta de que ese tesoro es en sí mismo una fortuna enorme para un pescador como él. Y se da cuenta de la suerte que significa poder tener el tesoro que todavía tiene.
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Jorge Bucay
miércoles, 29 de junio de 2011
Palabras
Palabras
de amor,
Palabras
que nos envuelven,
con su música
nos acercan al otro:
azul, verdad,
belleza, intimidad.
Palabras
que nos elevan al infinito,
y nos sumergen
en las profundidades:
Dios, infierno,
muerte, dicha.
Palabras
que alejan
nuestros fantasmas,
nos quitan nuestros miedos,
y nos construyen:
viento, lluvia,
fuego, mar.
de amor,
de gozo,
de vida,
de vida,
de consuelo:
tierra, madre,
amor, deseo.
tierra, madre,
amor, deseo.
Palabras
que nos envuelven,
con su música
nos acercan al otro:
azul, verdad,
belleza, intimidad.
Palabras
que nos elevan al infinito,
y nos sumergen
en las profundidades:
Dios, infierno,
muerte, dicha.
Palabras
que alejan
nuestros fantasmas,
nos quitan nuestros miedos,
y nos construyen:
viento, lluvia,
fuego, mar.
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AnaisRobles
Recordándote...
Caminábamos temblorosas conteniendo la emoción que nos embargaba, nos quitaba el habla, nos dejaba sin aliento. Tú me seguías por la vereda torpemente, yo sentía tu respiración a mi espalda, muy cerca. Nos sentamos al final del camino, en una roca frente al inmenso mar que se extendía en el horizonte, bajo un cielo nítidamente azul.
Comenzaba apenas nuestra historia de amor. De pronto, comencé a recitar el poema de Benedetti, “Táctica y Estrategia”, improvisada y apresuradamente, olvidando incluso alguna estrofa. Parecías sorprendida y confusa, pero tus ojos se empañaron y miraron los míos, en un intento de cercanía, de poder ver más allá de ese momento mágico, parecías querer asegurarte de que aquello era cierto y podías confiar en mi amor.
Yo lo sentía tan profundamente que me extrañaba que no pudieras darte cuenta de ello, que no pudieras escuchar mi corazón que palpitaba alocadamente, como un caballo salvaje que galopa por fin en libertad. Sentía tanto amor y ternura hacia ti, que me conmovía tan sólo tu presencia.
Yo también estaba asustada y confusa pero de una cosa estaba segura, de nuevo el amor había tocado a mi puerta y yo estaba decidida a abrirla. Te había traído hasta mi y yo me había enamorado de ti.
.
Anais Robles
Comenzaba apenas nuestra historia de amor. De pronto, comencé a recitar el poema de Benedetti, “Táctica y Estrategia”, improvisada y apresuradamente, olvidando incluso alguna estrofa. Parecías sorprendida y confusa, pero tus ojos se empañaron y miraron los míos, en un intento de cercanía, de poder ver más allá de ese momento mágico, parecías querer asegurarte de que aquello era cierto y podías confiar en mi amor.
Yo lo sentía tan profundamente que me extrañaba que no pudieras darte cuenta de ello, que no pudieras escuchar mi corazón que palpitaba alocadamente, como un caballo salvaje que galopa por fin en libertad. Sentía tanto amor y ternura hacia ti, que me conmovía tan sólo tu presencia.
Yo también estaba asustada y confusa pero de una cosa estaba segura, de nuevo el amor había tocado a mi puerta y yo estaba decidida a abrirla. Te había traído hasta mi y yo me había enamorado de ti.
.
Anais Robles
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Táctica y Estrategia
Mi táctica es mirarte
aprender como sos
quererte como sos
mi táctica es hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible
mi táctica
es quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos
mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismo
mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin, me necesites.
Mario Benedetti
aprender como sos
quererte como sos
mi táctica es hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible
mi táctica
es quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos
mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismo
mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin, me necesites.
Mario Benedetti
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domingo, 26 de junio de 2011
Después de todo
Después de todo
todo ha sido nada
a pesar de que un día
lo fue todo.
Después de nada
o después de todo,
supe que todo
no era más que nada.
( fragmento)
José Hierro
todo ha sido nada
a pesar de que un día
lo fue todo.
Después de nada
o después de todo,
supe que todo
no era más que nada.
( fragmento)
José Hierro
Siempre hay corazones
en las cortezas de los árboles.
Anais Robles
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José Hierro
lunes, 20 de junio de 2011
Mi deseo está en ti
Mi deseo está en ti.
Imagino tu cuerpo desnudo
rendido al deseo...
No hay nada en el mundo
que me haga sentir
tan llena de vida,
tan inmune ante la muerte,
como el intenso amor
que siento por ti.
Anais Robles
Imagino tu cuerpo desnudo
rendido al deseo...
No hay nada en el mundo
que me haga sentir
tan llena de vida,
tan inmune ante la muerte,
como el intenso amor
que siento por ti.
Anais Robles
El sueńo, Pablo Picasso
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El Principito (fragmento)
Si alguien ama a una flor de la que no existe más que un ejemplar entre los millones y millones de estrellas, es bastante para que sea feliz cuando mira a las estrellas. Se dice "Mi flor está allí en alguna parte..." Y si el cordero come la flor, para él es como si bruscamente todas las estrellas se apagarán. Y esto no es importante?
No pudo decir nada más. Estallo en sollozos. La noche había caído. No me importaban ya ni el martillo, ni el bulón, ni la sed, ni la muerte. En una estrella, en un planeta, el mío, la Tierra, había un principito que necesitaba consuelo. Lo tomé en mis brazos. Lo acuné. Le dije: " La flor que amas no corre peligro...Dibujaré un bozal para tu cordero. Dibujaré una armadura para tu flor..Dibu..." No sabía bien qué decir. Me sentía muy torpe. No sabía cómo llegar a él, dónde encontrarlo... ¡ Es tan misterioso el país de las lágrimas!.
No pudo decir nada más. Estallo en sollozos. La noche había caído. No me importaban ya ni el martillo, ni el bulón, ni la sed, ni la muerte. En una estrella, en un planeta, el mío, la Tierra, había un principito que necesitaba consuelo. Lo tomé en mis brazos. Lo acuné. Le dije: " La flor que amas no corre peligro...Dibujaré un bozal para tu cordero. Dibujaré una armadura para tu flor..Dibu..." No sabía bien qué decir. Me sentía muy torpe. No sabía cómo llegar a él, dónde encontrarlo... ¡ Es tan misterioso el país de las lágrimas!.
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Antoine de Saint-Exupéry
lunes, 13 de junio de 2011
Aquella tarde de invierno
Desde siempre has sido mayor, aunque tenías sólo once años ese era tu papel, el que te había tocado en tu familia, la mayor, la que cuidabas de tus hermanas, la que les leías cuentos, la que les cantabas canciones cuando tenían miedo y nanas cuando les costaba dormir. En la que ellas se apoyaban y a la que miraban con respeto y admiración.
Cada noche ibas a su cuarto y les acompañabas en un ritual casi mágico que ellas esperaban con emoción, les leías en voz alta su cuanto favorito y te quedabas con ellas hasta que las dos se quedaban plácidamente dormidas. A veces, cuando terminabas, Yolanda la mediana, seguía despierta mirándo fijamente, con la miraba perdida en algún punto de la noche y entonces tu la abrazabas y volvías a empezar, le leías de nuevo aquel cuento para calmarla y dejarla durmiendo antes de irte.
Después, te acercabas a hurtadillas al cuarto de tu padre y le dabas un suave beso en la mejilla, mientras él miraba distraidamente la televisión. Y entonces, en ese instante, en ese preciso instante te sentías feliz, todo parecía estar bien. Y así, entre luces y sombras te ibas tu, la mayor, a tu cuarto y allí te encontrabas con tu soledad. Ella era tu mejor compañera, ella sí sabía que tu no eras mayor, que eras también una niña, que también sentías miedo, que también necesitabas las caricias de una madre, que extrañabas a la tuya, que añorabas su ausencia. Sabía que cada noche antes de dormirte llorabas en silencio.
A veces hablabas de tu madre, la recordabas con toda nitidez, todavía aparecía en tus sueños y aunque te esforzabas por recordar buenos momentos con ella, inevitablemente, al recordarla sentías su apatía, su dejadez, su abandono y te recordabas llorando mucho antes de que se fuera para siempre de vuestras vidas aquella tarde de invierno.
Te consolabas pensando que todavía tenías a tu padre y a tus hermanas y de una cosa estabas segura, a ellos por nada del mundo querías perderles.
Ni siquiera salías a jugar a la calle por las tardes, cuando los niños llenaban con sus risas el patio común del edificio de cinco plantas en aquel barrio de las afueras. Entonces era el momento perfecto para ti, tus hermanas salían y se unían a sus juegos, pero tu preferías quedarte en casa, no podías ni por un momento hacer de niña, tenías que ser fuerte, eras la mayor... Así te encontrabas de nuevo con tu soledad y recorrias con ella cada rincón del pequeño piso donde vivías, diciéndote a ti misma que ese era tu lugar, que tenías que ser fuerte, que Yolanda y Ana te necesitaban, que tu madre se había ido pero allí estabas tú.
Deambulabas por el pasillo, recogías la ropa, veías la tele, leías, esperando oir el sonido de la llave en la cerradura, escuchar los cansados pasos de tu padre que llegaba del trabajo Le esperabas así cada tarde, para que él supiera que todo estaba bien. En ese momento te sentías segura y un halo de satisfacción te inundaba. Ahora, con él ya en casa, a tu lado, pensabas que todo era perfecto, que nadie podía haceros daño, que su amor era el mejor de los regalos y el mas valioso de tus juegos. Te parecía que su voz era la más hermosa del mundo y tus ojos brillaban con una luz especial cuando le veías aparecer en el umbral de la puerta.
Él parecía no darse cuenta de todos tus intentos porque tus hermanas no sintieran la falta de tu madre, de tus cuidados hacia ellas, de tus tardes de espera, de tus noches de soledad. Pero cuando estabas distraída, leyendo una de tus historias favoritas mientras él preparaba la cena, te miraba en silencio y sus ojos se teñían de emoción y agradecimiento.
Tampoco el, por nada del mundo, quería perderlas.
Anáis Robles
Cada noche ibas a su cuarto y les acompañabas en un ritual casi mágico que ellas esperaban con emoción, les leías en voz alta su cuanto favorito y te quedabas con ellas hasta que las dos se quedaban plácidamente dormidas. A veces, cuando terminabas, Yolanda la mediana, seguía despierta mirándo fijamente, con la miraba perdida en algún punto de la noche y entonces tu la abrazabas y volvías a empezar, le leías de nuevo aquel cuento para calmarla y dejarla durmiendo antes de irte.
Después, te acercabas a hurtadillas al cuarto de tu padre y le dabas un suave beso en la mejilla, mientras él miraba distraidamente la televisión. Y entonces, en ese instante, en ese preciso instante te sentías feliz, todo parecía estar bien. Y así, entre luces y sombras te ibas tu, la mayor, a tu cuarto y allí te encontrabas con tu soledad. Ella era tu mejor compañera, ella sí sabía que tu no eras mayor, que eras también una niña, que también sentías miedo, que también necesitabas las caricias de una madre, que extrañabas a la tuya, que añorabas su ausencia. Sabía que cada noche antes de dormirte llorabas en silencio.
A veces hablabas de tu madre, la recordabas con toda nitidez, todavía aparecía en tus sueños y aunque te esforzabas por recordar buenos momentos con ella, inevitablemente, al recordarla sentías su apatía, su dejadez, su abandono y te recordabas llorando mucho antes de que se fuera para siempre de vuestras vidas aquella tarde de invierno.
Te consolabas pensando que todavía tenías a tu padre y a tus hermanas y de una cosa estabas segura, a ellos por nada del mundo querías perderles.
Ni siquiera salías a jugar a la calle por las tardes, cuando los niños llenaban con sus risas el patio común del edificio de cinco plantas en aquel barrio de las afueras. Entonces era el momento perfecto para ti, tus hermanas salían y se unían a sus juegos, pero tu preferías quedarte en casa, no podías ni por un momento hacer de niña, tenías que ser fuerte, eras la mayor... Así te encontrabas de nuevo con tu soledad y recorrias con ella cada rincón del pequeño piso donde vivías, diciéndote a ti misma que ese era tu lugar, que tenías que ser fuerte, que Yolanda y Ana te necesitaban, que tu madre se había ido pero allí estabas tú.
Deambulabas por el pasillo, recogías la ropa, veías la tele, leías, esperando oir el sonido de la llave en la cerradura, escuchar los cansados pasos de tu padre que llegaba del trabajo Le esperabas así cada tarde, para que él supiera que todo estaba bien. En ese momento te sentías segura y un halo de satisfacción te inundaba. Ahora, con él ya en casa, a tu lado, pensabas que todo era perfecto, que nadie podía haceros daño, que su amor era el mejor de los regalos y el mas valioso de tus juegos. Te parecía que su voz era la más hermosa del mundo y tus ojos brillaban con una luz especial cuando le veías aparecer en el umbral de la puerta.
Él parecía no darse cuenta de todos tus intentos porque tus hermanas no sintieran la falta de tu madre, de tus cuidados hacia ellas, de tus tardes de espera, de tus noches de soledad. Pero cuando estabas distraída, leyendo una de tus historias favoritas mientras él preparaba la cena, te miraba en silencio y sus ojos se teñían de emoción y agradecimiento.
Tampoco el, por nada del mundo, quería perderlas.
Anáis Robles
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AnaisRobles
Llevo tu olor en mi
Llevo tu olor en mi
impregnándome toda,
llevo tu sabor deleitando mi boca,
llevo tu aliento quemando mi cuello,
llevo tu boca tatuada en mi piel.
Llevo tus ganas recorriendo mi cuerpo,
llevo tus ansias desgranando mi alma.
impregnándome toda,
llevo tu sabor deleitando mi boca,
llevo tu aliento quemando mi cuello,
llevo tu boca tatuada en mi piel.
Llevo tus ganas recorriendo mi cuerpo,
llevo tus ansias desgranando mi alma.
Te llevo en mí, por todos mis poros
te siento.
Anais Robles
Poemario “Travesía” editorial Escritura entre las Nubes, abril 2019
te siento.
Anais Robles
Poemario “Travesía” editorial Escritura entre las Nubes, abril 2019
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AnaisRobles
jueves, 9 de junio de 2011
El Principito (fragmento)
Me enteré de este nuevo detalle, en la mañana del cuarto día, cuando me dijiste:
- Me encantan las puestas de sol. Vamos a ver una puesta de sol.
- Pero tenemos que esperar...
- ¿Esperar a qué?
- Esperar a que el sol se ponga.
Al principio pareciste muy sorprendido, luego te reíste de ti mismo. Y me dijiste;
- ¡Me creo siempre en mi casa!
En efecto. Todo el mundo sabe que cuando es mediodía en Estados Unidos el sol se pone en Francia. Bastaría poder ir a Francia en un minuto para asistir a la puesta del sol. Desgraciadamente, Francia está demasiado lejos. Pero sobre tu pequeño planeta te bastaba mover tu silla algunos pasos. Y contemplabas el crepúsculo cada vez que querías.
- Un día, ví ponerse el sol cuarenta y tres veces.
Y poco después agregaste:
- ¿Sabes?...Cuando uno está verdaderamente triste son agradables las puestas de sol...
-¿Estabas, pues, verdaderamente triste el día de las cuarenta y tres veces?
El principito no respondió.
- Me encantan las puestas de sol. Vamos a ver una puesta de sol.
- Pero tenemos que esperar...
- ¿Esperar a qué?
- Esperar a que el sol se ponga.
Al principio pareciste muy sorprendido, luego te reíste de ti mismo. Y me dijiste;
- ¡Me creo siempre en mi casa!
En efecto. Todo el mundo sabe que cuando es mediodía en Estados Unidos el sol se pone en Francia. Bastaría poder ir a Francia en un minuto para asistir a la puesta del sol. Desgraciadamente, Francia está demasiado lejos. Pero sobre tu pequeño planeta te bastaba mover tu silla algunos pasos. Y contemplabas el crepúsculo cada vez que querías.
- Un día, ví ponerse el sol cuarenta y tres veces.
Y poco después agregaste:
- ¿Sabes?...Cuando uno está verdaderamente triste son agradables las puestas de sol...
-¿Estabas, pues, verdaderamente triste el día de las cuarenta y tres veces?
El principito no respondió.
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Antoine de Saint-Exupéry
Nada
Nada es como entonces,
como cuando acudimos presurosas
a la llamada del amor,
dejándolo todo,
o eso creímos.
Nos pareció que iba a ser eterno
le dimos todo,
nos dimos por entero,
o eso nos dijimos.
Nada tiene que ver esta
con aquella primavera
que brotaba en una fiesta
dedicada a nuestros sentidos,
recreada para nosotras.
Nada que ver esta luna
con aquella que nos embrujaba
contemplando ensimismada
nuestras noches de pasión,
bajo cuyo reflejo nos respirábamos
haciendo el amor hasta el amanecer.
Nada que ver mi risa
que provocaba a la tuya
y la invitaba a danzar
en un mágico e invisible baile
del que sólo tú y yo participábamos.
Nada tienen que ver
nuestras despedidas emocionadas
que anhelaban el nuevo encuentro
acudiendo presurosas a su llamada.
Nada tiene ya que ver,
nada queda ya de ti,
nada queda ya de mi.
Nada.
Anais Robles
como cuando acudimos presurosas
a la llamada del amor,
dejándolo todo,
o eso creímos.
Nos pareció que iba a ser eterno
le dimos todo,
nos dimos por entero,
o eso nos dijimos.
Nada tiene que ver esta
con aquella primavera
que brotaba en una fiesta
dedicada a nuestros sentidos,
recreada para nosotras.
Nada que ver esta luna
con aquella que nos embrujaba
contemplando ensimismada
nuestras noches de pasión,
bajo cuyo reflejo nos respirábamos
haciendo el amor hasta el amanecer.
Nada que ver mi risa
que provocaba a la tuya
y la invitaba a danzar
en un mágico e invisible baile
del que sólo tú y yo participábamos.
Nada tienen que ver
nuestras despedidas emocionadas
que anhelaban el nuevo encuentro
acudiendo presurosas a su llamada.
Nada tiene ya que ver,
nada queda ya de ti,
nada queda ya de mi.
Nada.
Anais Robles
José Manuel Ballester
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miércoles, 8 de junio de 2011
Así
Así,
El cuerpo cansado
el corazón hecho trizas
magullada el alma.
Desolada
como el hombre frente a la tierra
después de la tormenta;
como el joven frente al campo de batalla.
Impotente
como la mujer frente a la guerra;
como el niño frente al dolor del padre.
.......................................................
( fragmento)
Anais Robles
Poemario “Travesía” editorial Escritura entre las Nubes, abril 2019
El cuerpo cansado
el corazón hecho trizas
magullada el alma.
Desolada
como el hombre frente a la tierra
después de la tormenta;
como el joven frente al campo de batalla.
Impotente
como la mujer frente a la guerra;
como el niño frente al dolor del padre.
.......................................................
( fragmento)
Anais Robles
Poemario “Travesía” editorial Escritura entre las Nubes, abril 2019
Foto: Lourdes Marrero (Lu)
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lunes, 6 de junio de 2011
Se nos fue el amor
Se nos fue el amor
por la puerta de atrás
como se va el ladrón con el botín,
como se va la vida,
como llega la muerte,
Inesperadamente.
( fragmento)
Anais Robles
Poemario “Travesía” editorial Escritura entre las Nubes, abril 2019
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AnaisRobles
domingo, 5 de junio de 2011
Pensamientos
La auténtica belleza del ser humano es la de saberse único, diferente y de la más profunda aceptación de esa su individualidad. Su integridad radica en ser uno mismo y poder mostrarse así al mundo en todo su esplendor, sabiéndose diferente y atreviéndose a serlo y a la vez uno con la vida y todo lo que de ella emana.
La verdadera satisfacción proviene de sentirnos dueños de nosotros mismos y no de la necesidad de poseer al otro. Sabernos únicos protagonistas de nuestra historia y a la vez ser capaces de compartirla con el otro, es lo que proporciona sentido a nuestra vida y la capacidad para vivirla intensamente.
Nos encontramos perdidos y sin rumbo en el océano de nuestra existencia porque nos hemos convertido en lo que los demás dicen que somos, olvidando la autenticidad de nuestro ser. Reencontrarnos a nosotros mismos y ser lo que realmente somos, sin miedo al rechazo, a la desaprobación, a la crítica, nos ayudará a recuperar el verdadero sentido de nuestra existencia y la más honda belleza de nuestra dignidad.
Los abrazos son nuestros aliados y el puente desde mi corazón al tuyo. El alma se hiela cuando no se reciben, nuestro espíritu se empobrece cuando no se dan.
El verdadero amor está por encima de todas las diferencias, de todos los prejuicios, de todas las creencias. El verdadero amor sobre todo ama, confía, acepta, comprende y libera.
Anais Robles
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AnaisRobles
sábado, 4 de junio de 2011
Viaje de vuelta
Parece que fue ayer cuando emprendimos el viaje y sin embargo, ya es hora de regresar.
Y volveremos sobre nuestros pasos, que ya no serán los mismos, porque nosotros tampoco somos los mismos.
Durante el tiempo que pasó, hemos contemplado los más bellos atardeceres, las más insinuantes lunas.
Hemos recorrido los caminos más polvorientos, subido a las cimas más altas.
Nos hemos encontrado con extraños, que se nos hicieron familiares y con hermanos que habíamos perdido. Hemos bailado y llorado, reído y cantado y ahora regresamos con nuestra mochila llena de inolvidables momentos: de alegres despertares y nostálgicos ocasos; de adioses y despedidas; de amores y desamores; de logros alcanzados y otros aún por alcanzar.
Y durante un tiempo reposaremos, se aquietará nuestro corazón, se apaciguará el alma, antes de proseguir de nuevo el viaje, en un continuo devenir que sólo se detendrá, inevitablemente, el día de nuestro último ocaso. Y, tal vez, ni siquiera entonces.
Anais Robles
Y volveremos sobre nuestros pasos, que ya no serán los mismos, porque nosotros tampoco somos los mismos.
Durante el tiempo que pasó, hemos contemplado los más bellos atardeceres, las más insinuantes lunas.
Hemos recorrido los caminos más polvorientos, subido a las cimas más altas.
Nos hemos encontrado con extraños, que se nos hicieron familiares y con hermanos que habíamos perdido. Hemos bailado y llorado, reído y cantado y ahora regresamos con nuestra mochila llena de inolvidables momentos: de alegres despertares y nostálgicos ocasos; de adioses y despedidas; de amores y desamores; de logros alcanzados y otros aún por alcanzar.
Y durante un tiempo reposaremos, se aquietará nuestro corazón, se apaciguará el alma, antes de proseguir de nuevo el viaje, en un continuo devenir que sólo se detendrá, inevitablemente, el día de nuestro último ocaso. Y, tal vez, ni siquiera entonces.
Anais Robles
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De tu ausencia
Te pienso.
Te siento,
Percibo tu olor, tu sabor.
Te perfilas en mi pupila,
me emocionas, te deseo.
Y de pronto, te desdibujas...
Te busco incesante,
incansablemente,
cuando llega la noche
y me trae tu ausencia.
Anais Robles
Lady Susan, de Jane Austen
Artista: Anita Klein, 1960
Mis campos de Castilla
Qué hermosos son los atardeceres
de las planicies castellanas
(fragmento)
de las planicies castellanas
con sus campos de girasoles mirando al sol
y brillando al unísono con él.
y brillando al unísono con él.
Qué belleza la de sus amaneceres
en un cielo intensamente azul
que se va sonrojando
con la inminente llegada del sol,
como se sonroja el joven
con la llegada del primer amor,
el primer beso,
la primera caricia de su amada.
en un cielo intensamente azul
que se va sonrojando
con la inminente llegada del sol,
como se sonroja el joven
con la llegada del primer amor,
el primer beso,
la primera caricia de su amada.
(fragmento)
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AnaisRobles
Lo que yo quiero
Quiero que seas tuyo
y desde ti, desde tu libertad,
tengas el valor de elegir estar conmigo.
Quiero ser mía
y desde mi, desde mi libertad,
tener el valor de elegir estar contigo.
ESTAR...contigo, conmigo,
disfrutar en plenitud
amarnos, explorarnos,
crecer juntos,
entretejiendo poco a poco
nuestra intimidad que se torna
cada vez, más cálida e intensa.
Y digo que hay que tener valor,
sí, mucho valor para ESTAR
plena e intensamente presentes,
con nosotros mismos y con el otro,
nuestra pareja, nuestro hijo,
nuestro hermano, nuestro amigo.
Cuando vivimos así el amor,
cuando nos abandonamos,
cuando estamos verdaderamente presentes
en las relaciones que construimos,
sentimos el vértigo del que se expone,
el riesgo de la posible pérdida,
el miedo al abandono.
Aún con todo,
no creo que haya otra manera
de poder experimentar
auténticamente el Amor.
Pero no te olvides de que
quiero que seas tuyo y
que desde ti, desde tu libertad,
tengas el valor de elegir estar conmigo.
Anais Robles
y desde ti, desde tu libertad,
tengas el valor de elegir estar conmigo.
Quiero ser mía
y desde mi, desde mi libertad,
tener el valor de elegir estar contigo.
ESTAR...contigo, conmigo,
disfrutar en plenitud
amarnos, explorarnos,
crecer juntos,
entretejiendo poco a poco
nuestra intimidad que se torna
cada vez, más cálida e intensa.
Y digo que hay que tener valor,
sí, mucho valor para ESTAR
plena e intensamente presentes,
con nosotros mismos y con el otro,
nuestra pareja, nuestro hijo,
nuestro hermano, nuestro amigo.
Cuando vivimos así el amor,
cuando nos abandonamos,
cuando estamos verdaderamente presentes
en las relaciones que construimos,
sentimos el vértigo del que se expone,
el riesgo de la posible pérdida,
el miedo al abandono.
Aún con todo,
no creo que haya otra manera
de poder experimentar
auténticamente el Amor.
Pero no te olvides de que
quiero que seas tuyo y
que desde ti, desde tu libertad,
tengas el valor de elegir estar conmigo.
Anais Robles

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Tú y yo
Me inspiras tanta ternura como deseo,
tanta excitacion como confianza.
Y en ese mar de sensaciones encontradas
navego, a veces en la más brava
y sobrecogedora tempestad,
Y otras, en la más absoluta calma.
....................................................
( fragmento)
Anáis Robles
tanta excitacion como confianza.
Y en ese mar de sensaciones encontradas
navego, a veces en la más brava
y sobrecogedora tempestad,
Y otras, en la más absoluta calma.
....................................................
( fragmento)
Anáis Robles
viernes, 3 de junio de 2011
Inspiración
Es en esos momentos de soledad
cuando uno se inspira y siente
en lo más profundo de su ser,
el deseo de compartir, de sentir al otro,
aunque nada mas quede la ilusión de que hay otro,
de que alguien nos escucha.
Anais Robles
cuando uno se inspira y siente
en lo más profundo de su ser,
el deseo de compartir, de sentir al otro,
aunque nada mas quede la ilusión de que hay otro,
de que alguien nos escucha.
Anais Robles
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